Si la piel se te erizó, la mente se trasladó a momentos o rincones particulares de tu pasado, si las preocupaciones del día a día quedaron en las puertas del Teatro Circo el pasado 2 de febrero…eres uno de los 1.500 que han sentido algo similar al “vivir” el Concierto de los 80 y 90.
Que la cultura nos permite ser más tolerantes, engrandecer nuestros conocimientos, desarrollarnos mejor como personas…son dichos ciertos que se cumplen ante cualquier manifestación cultural.
Otra cuestión distinta es conseguir que un concierto alcance penetrar en tu piel y hacerte palpitar, respirar por unos poros que por algún momento no son los tuyos y compartir con trescientas butacas más un sentimiento de felicidad, nostalgia y alegría …unidos por una voz, una letra, una sonrisa que han conseguido despojarnos de la carga diaria. Y ¡por qué no!, traspasar la edad, el sexo, la situación social , , los dimes y diretes con el que está sentado más allá de tu butaca…porque durante 90 minutos un grupo de paisanos profesionales o amateur pero innegables “amigos de la música”, nos han regalado su tiempo haciéndonos vibrar.
Un respiro en el camino cotidiano que han logrado en cuatro ocasiones, con cada concierto las voces vibrantes de Esther Alfaro y Rafa Reyes; Antonio Jiménez en el bajo; la batería de Manolo Márquez, el techado de José Manuel Reyes y la guitarra de Paco Moya . Junto con las voces de la coral Miguel Gant. El sonido de Alvaro Arroyo y los arreglos de Javi Sánchez. Y el sello único del incombustible en entregar cariño, tesón y profesionalidad, Rafa Sánchez, que bajo la dirección musical y el entusiasmo sobre las tablas logró emocionar hasta a quienes presumen de sangre de horchata.
Mil quinientas personas han pasado han asistido al «Concierto de los 80 y 90» rememorando a canciones de ayer y siempre de cantautores e intérpretes como Mecano, Ana Belén, El último de la Fila, Miguel Ríos, Nacha Pop, Joaquín Sabina, la Oreja de Van Gogh, Danza Invisible, Los Secretos y Alaska.
¿Quién nos iba a decir, que prender la luz del móvil y dejarte sucumbir por las emociones del «Himno de la Alegría» iba a producir emociones tan sublimes una tarde cualquiera de un frío domingo de invierno?… Para quienes nos han hecho posible oscilar entre lo mundano y lo excelso…¡Muchas Gracias!.
