El 14 de marzo de 2020, se decretaba el primer Estado de Alarma de la Democracia Española como consecuencia de la aparición de los primeros casos de coronavirus en España. A partir de este día las imágenes de tractores desinfectando las calles de Puente Genil, los balcones y ventanas llenos de familias a las 20:00 horas aplaudiendo la labor sanitaria, y las calles vacías, fueron las imágenes que marcarían los próximos meses.
Puente Genil y todos los municipios de España se convirtieron en ciudades fantasmas, por las que solo podían moverse quienes tuvieran que ir a su puesto de trabajo. Colegios, parques y negocios cerraban sus puertas, así como se cerraban las de todos los hogares para permanecer en ellos. Nos acostumbramos al contacto cero, a ver a nuestros familiares y amigos a través de las videollamadas y tuvimos nuevos hobbies, como la repostería o el deporte en casa, para pasar las horas confinados.
Un año después, con el confinamiento a nuestras espaldas, nos hemos acostumbrado a identificarnos los unos a los otros tan solo por nuestras miradas. Ahora, saludar sin un abrazo o sin dos besos, se ha convertido en lo habitual, y mantener la distancia, incluso con nuestros seres queridos, ya no parece tan complicado. Y un año después, el virus sigue con nosotros.
Así vivió Puente Genil el confinamiento: