Los sagrarios se quedan vacíos en la tarde del Viernes Santo, y durante unas horas el mundo sucumbe a las tinieblas, mientras se encuentra muerto Jesús. Esa noche de sumo dolor queda magníficamente representada en la procesión del Viernes Santo por la noche, con salida desde la ermita del Dulce Nombre, por parte de cuatro cofradías, y que vienen a realizar toda una escenificación en las calles Ancha y Don Gonzalo. La noche se vive con la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, la Virgen de las Angustias, San Juan Evangelista y la Virgen de la Soledad. Es también noche de Apostolao, de Demonio y Muerte, donde destacar la interpretación del conocido Trípili a San Juan, y donde estará muy presente la devoción a la Madre de la Isla.