El Obispo ha presidido la misa en la Iglesia del Juramento coincidiendo con la festividad del Arcángel de la ciudad.
La fiesta de San Rafael es siempre una fecha señalada para Córdoba que celebra así el día del Custodio de la ciudad. Como cada año, el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, ha oficiado la misa en la Iglesia del Juramento ante la imagen del Arcángel acompañado en esta ocasión por el nuevo arzobispo de Burgos, monseñor Mario Iceta, y miembros del Cabildo Catedral.
En su homilía, el prelado ha animado a los cordobeses a invocar con fe al Custodio de la ciudad hoy y siempre para que “nos libre de la pandemia y de esta amenaza que se está cobrando tantas vidas”. “Acudamos con fe a San Rafael, “medicina de Dios”, para que nos libre de esta situación tan dolorosa”, ha aclamado el pastor de la Diócesis al mismo tiempo que ha recordado que nuestra vida depende de Dios en todo y para todo, por lo que debemos seguir encomendándonos a Él y al Arcángel.
El Obispo ha apelado también a la responsabilidad de todos para evitar los contagios y ha señalado que es obligación de cada ciudadano “no sólo cuidar de su salud, sino también de la de los demás”. “Cada uno debe poner de lo suyo” en la batalla contra el Covid, ha recalcado monseñor Demetrio Fernández. Al hilo de esto, ha tenido unas palabras para las autoridades, muchas de ellas allí presentes, que afrontan un momento difícil y buscan las medidas que conjuguen la sanidad y la vida ordinaria. “No es fácil la tarea que estáis haciendo, una tarea dura, difícil y muchas veces tan criticada, por eso tenemos que ser todos responsables y colaborar con la situación”, ha asegurado.
En cuanto a la vinculación de Córdoba con el Arcángel San Rafael, el Obispo recordado que los ángeles son criaturas reales, que “expresan el poder abundante de Dios, que están al servicio de Dios para la ayuda de los hombres” y la historia de Córdoba “ha experimentado su protección en mucho momentos. Por eso la ciudad es un canto de alabanza al Custodio”.
Presencia del cáliz profanado
La tradicional misa, que en esta ocasión ha sido atípica ya que se ha tenido que limitar el aforo a 110 personas para cumplir las medidas higiénico-sanitarias, ha contado con la presencia del cáliz profanado que la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada ha traído a la diócesis de Córdoba y que ha recorrido diversos templos de la misma durante las dos últimas semanas. Este cáliz ha culminado ante San Rafael su andadura por la ciudad y pondrá rumbo ahora a la diócesis de Jaén.