Hoy «viene a reírse con la vida», Álvaro Martín Rosales….Su anécdota este verano en el anfiteatro de Cabra, al que acudió como público al concierto de Miguel Poveda, invitado horas antes por el gran artista internacional.
«Unas horas antes de este concierto, estando yo en la playa recibí una llamada de Miguel Poveda, no lo conocía personalmente». Si bien, «le había enviado alguna pieza mía».
Pues bien- prosigue- «me dijo que si tenía esa tarde un hueco que me fuera a Cabra a escucharlo en un concierto». Sin pensarlo, el cantaor de Puente Genil se dirigió al auditorio y cuando estaba terminando el espectáculo, «decidí salirme para evitar las aglomeraciones», cuando «oigo mi nombre desde el escenario ¡Miguel me invitaba a cantar con él!… (pero lo simpático ) al subir al escenario «me quito la mascarilla y me dijo: “Uy qué guapo es” . Y le respondió :¡ Hombre ,Miguel no me digas eso que me vas a poner colorao, cuando terminó estaba detrás del escenario y vestía con una chaqueta de lentejuelas negra», entonces » le di un abrazo y le digo : ¡“Miguel cómo pinchas, hijo”.!…Ja, ja , ja… ¡qué osado nuestro cantaor!…
En fin, de estas y parecidas ha pasado algunas Martín, ¿qué representa para ti la risa, la alegría…?.
Sin la risa no se puede vivir, en mi día a día está presente, vivimos en una sociedad en la que tenemos que hacer humor de todo lo que nos pase para llevar la vida con alegría.
Descendiente de una familia sobrada de conocimientos musicales y comprometida con el folclore local, Álvaro Martín Rosales (Puente Genil, 1999) tomaba clases de piano y percusión hasta que en 2012 empezó a cantar saetas. Precisamente su abuelo Antoñín y su tío abuelo Miguelón conservan celosamente la cuartelera de “Los Apóstoles”. Por otro lado, su tía abuela Angelita fue monitora de bailes regionales en la Sección Femenina y desempeñó una labor crucial para preservar el zángano folclórico junto a Mercedes de Cisneros. Así, dejaron igualmente huella en las habaneras, villancicos y sevillanas que llevaron por todo el territorio nacional, como sus saetas, su vía crucis o su Pasión según San Mateo… Además, su padre es considerado un gran saetero.
El debut como cantaor de Álvaro tuvo lugar en la Peña Frasquito, en un homenaje al siempre recordado y querido Pedro Lavado –cuyos nietos participan en esta obra que tiene en sus manos-; y en 2016 se hizo con el “Premio Cayetano Muriel” del Certamen Jóvenes Flamencos de la Diputación de Córdoba. Aunque sus primeros pasos discográficos los dió en “Puente Genil Tierra de Cante”, este joven flamenco ha entendido que en estos cuatro cantes que ahora presenta tenía que dejar su impronta creativa. Y lo ha hecho de la mano de dos jóvenes guitarristas pontanos: Juan Lavado y Rafael Ortega. En este último se apoya para poner música de tangos al poema “Homenaje a Rafael Alberti” de Ricardo Molina que se incluyen en esta quinta entrega enfocada al futuro, que incluye también su visión de las alegrías, la soleá y de la malagueña con abandolaos.
Estudia en la Universidad de Granada y sigue viviendo la pasión del cante, en 2020 cerró «con categoría» el Festival de Cante Grande «Fosforito» de Puente Genil.