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jueves, abril 25, 2024

Jesucristo es la luz que ilumina a la humanidad entera…

 

Jesucristo es la luz que ilumina a la humanidad entera.

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1ª lectura: Isaías 2,1-5.  Salmo: 121 Vamos alegres a la casa del Señor.    

2ª lectura: Romanos 13,11-14a. Evangelio: Mateo 24,37-44.  

En esta etapa actual de la historia; con nacionalismos separatistas, fundamentalismos religiosos, xenofobias, rencores, enfrentamientos, armamento nuclear que nos puede llevar a la destrucción total de la vida en el planeta, guerras, etc. se nos incita además, desde la ganancia del dinero fácil y la búsqueda egoísta del consumismo, a vivir: los placeres, las adicciones, el amor libre, las relaciones extramatrimoniales… con total indiferencia ante la historia y los problemas de los más necesitados, descuidando por tanto los fundamentos de la ética y de la vida en sociedad. Necesitamos por ello, creyentes y no creyentes, revelarnos urgentemente ante tanta maldad, para cambiar el mundo en que vivimos; y no sólo las espadas y lanzas por arados y podaderas; sino toda nuestra tecnología maldita al servicio de las guerras y de los dictadores que nos amenazan; formando un frente común de personas buenas y libres, de cara a un mundo más humano. Esta resistencia al mal común, nos debe hacer reflexionar que no es posible vivir sin anhelar, desde la esperanza, una intervención de alguien «influyente y poderoso» para rehacer esta desastrosa historia nuestra. El Adviento es ese tiempo de esperanza en un salvador que traiga la luz, la sabiduría, la justicia, la paz, la misericordia y el amor a la humanidad, desde el juicio común y el discernimiento sobre nuestras acciones personales y nuestras omisiones.

Es evidente que nuestra historia necesita ser recordada y renovada, por ello hemos de escuchar esa llamada a la conversión para recomenzar cada vez que algo no marche bien entre nosotros. Una llamada a vivir en concordia, en paz, en justicia, en felicidad… Lo ocurrido ya no se puede cambiar y no nos debe servir para fomentar el rencor y la confrontación… sino para vislumbrar una etapa nueva motivada por aquella llegada del «Hijo del Hombre» Jesús de Nazaret, quien comenzó una historia radicalmente nueva, desde el perdón y el amor mutuos para que pudiéramos vivir con dignidad de personas, desde la confianza en Dios,  sin miedo a la autodestrucción y la inexistencia, sino con la satisfacción del deber cumplido y la esperanza en una vida mejor y eterna. En momentos difíciles como estos se hace más urgente aún reavivar esa esperanza y el compromiso ético y moral que mire siempre hacia el bien común y hacia el futuro.

El adviento es ese tiempo que nos invita a mirar con esperanza un futuro diferente de paz, justicia y amor para todos reconduciendo nuestro presente. Lo que hay que hacer es revestirnos del Señor Jesús, es decir; colmar nuestra interioridad de la vida y obra de Jesucristo y salir de «la vida sin sentido» para vivir en el proyecto del Evangelio, con nuestra esperanza fundamentada en el perdón y el amor gratuito de un Dios que se encarna y se entrega por todos y sobre todo por los más pobres; que desde la conciencia humana desenmascara el mal y con su Espíritu nos reconvierte para que hagamos todo el bien posible a lo largo de nuestra existencia terrenal con garantía de alcanzar vida eterna. Hemos de andar espabilados viviendo con responsabilidad el presente, sin olvidar nuestro carácter peregrino pero abiertos a un futuro glorioso en Dios.             

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