Los tres bomberos de Córdoba que se desplegaron el pasado lunes en Turquía, junto a otros diez compañeros de Bomberos Unidos sin Fronteras, para rescatar a personas atrapadas por el terremoto se han reencontrado con sus familias tras una semana en uno de los escenarios más desolados del mundo actualmente. Con Manuel Alarrea. foto de Alex Gallego.
«El nivel de devastación ha sido brutal», lamenta el bombero cordobés Antonio Caballero. Ellos han trabajado en Elbistán, una ciudad de 150.000 habitantes en el epicentro del seísmo, como ha explicado, «en la que el 100% está fuera de sus casas y el 80% de las viviendas están derruidas». Los siete días de misión han servido, entre otras cosas, para salvar la vida de una joven, sepultada durante tres días entre las ruinas de un edifico.
Procedentes de Madrid, los bomberos de los parques de Priego, Baena y Puente Genil han llegado este lunes a Córdoba, tras pasar una dura semana en el epicentro del seísmo, durmiendo y comiendo escasamente y bajo unas condiciones muy adversas, como ellos mismos han asegurado a su llegada.
Las familias, desde la distancia, han vivido en carne propia la angustia y la preocupación, mientras los tres bomberos se movían entre ruinas y «muchísimos fallecidos», batallando contra la nieve y temperaturas de 20 grados bajo cero. Cuenta Sara, esposa de Antonio Caballero, que «se lleva regular y más con un bebé de dos años».