Descubrir los caminos que nos llevan a la resurrección
Citas:1ª lectura: Génesis 12,1-4a.  Salmo: 32 Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.    2ª lectura: 2ª Timoteo 1,8b-10.Evangelio: Mateo 17,1-9. Â
Nunca antes habÃamos tenido tantos conocimientos y recursos técnicos y cientÃficos para controlar la vida y para resolver nuestros problemas pero a pesar de ello, vivimos aún más inseguros y amenazados, anidando en nuestro interior el miedo a la enfermedad, la vejez, la soledad, la guerra nuclear… la muerte. Vista nuestra historia humana de egoÃsmos, odios, violencia… es necesario entender que debiéramos dejarnos guiar por la mano de Dios, Padre Misericordioso, para poner de nuevo en armonÃa toda su obra creadora; la vida en general y la nuestra sobre todo, para alcanzar asà la felicidad y la salvación que tanto anhelamos, ante las acciones de injusticia, mentiras y opresión de unos contra otros, en esa lucha de querer sentirnos satisfechos ostentando todo el poder que se nos permita, sin querer entender que Dios es quien tiene la última palabra sobre nosotros. Como Abraham hemos de saber emprender los caminos marcados por la misericordia y el amor de Dios hacia nosotros; desde la fe, la esperanza y la confianza en él, para cambiar esta triste historia nuestra desde la conversión y la redención del ser humano. Nuestra misión es escuchar y anunciar la palabra de Dios; el Evangelio de Jesucristo, como única manera de poder alcanzar una vida plena, feliz y eterna; para todos, desde nuestra actuación y nuestro compromiso en favor de los que nos rodean: familiares, amigos, compañeros de trabajo… y con los que formamos comunidad, para destruir todo tipo de odio, de pecado y de muerte. Los seres humanos no tenemos otra alternativa hacia la paz, la justicia, la felicidad y la salvación que escuchar desde nuestro corazón la Palabra de Dios; el testimonio de los profetas y el evangelio de Jesucristo; Dios mismo que se hace hombre para revelarnos su verdadera voluntad en favor nuestro y obtener para nosotros la dignidad de hijos amados. La Palabra de Dios escuchada y reflexionada, es capaz de modificar en nosotros nuestra manera de ser, pensar, actuar y existir; de transmitirnos el EspÃritu Santo prometido por Jesucristo a los suyos, que nos ilumina dándonos sabidurÃa, nos fortalece para hacer una denuncia sana ante nuestras miserias, frustraciones y errores y nos exhorta a tomar, desde nuestra libertad y responsabilidad, los caminos que conducen al ser humano al bien supremo; a Dios.                   Â