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viernes, mayo 3, 2024

Descubrir el verdadero tesoro del proyecto de Dios para nosotros

Descubrir el verdadero tesoro del proyecto de Dios para nosotros.

1ª lectura: Reyes 3,5.7-12.   Salmo: 118 ¡Cuanto amo tu ley, Señor!   

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2ª lectura: Romanos 8,28-30. Evangelio: Mateo 13,44-52.

Es importante sentir, desde nuestro interior, la necesidad de mejorar y estar atentos a los acontecimientos de nuestra existencia para discernir en cada momento con la sabiduría que nos viene de Dios, entre lo bueno y lo malo; el bien y el mal, como dos realidades contradictorias que nos rodean; sin hacer juicios críticos a locas y sin dejarnos llevar por las corrientes novedosas del momento ni por los intereses de los que quieren dirigirnos en su propio beneficio. No hay que pedir la vida de los enemigos, sino sabiduría para atender a la verdad y a la justicia que vienen de parte de Dios y que no cuadran con nuestros intereses y egoísmos. Necesitamos saber escuchar, desde la sabiduría de Dios, sus palabras, para poder hacer realmente justicia al pueblo oprimido. Sólo Dios tiene para la humanidad un proyecto real y verdadero de salvación que nos ha sido revelado en Jesucristo, que no ha venido a otra cosa sino a salvarnos y predestinarnos para ser hijos de Dios por el amor que ese mismo Dios nos tiene.

Jesucristo, hablándonos del Reino de Dios, quiere que aprendamos a comparar el fruto de la Palabra de Dios, de su sabiduría y del amor verdadero con las cosas de este mundo a las que estamos apegados, para descubrir el verdadero valor de la vida. Ciertamente este tipo de sabiduría es un don de Dios desde el Espíritu que se nos ha dado a través de la fe y de los sacramentos. No es un camino fácil aplicarnos para hacer de este mundo el Reino de Dios según su voluntad, para ello necesitamos no perder la esperanza ni desfallecer ante los retos que el verdadero amor a los demás, incluyendo a nuestros enemigos, nos plantea y por eso es necesaria la fuerza de su Espíritu. Pero realmente, una vez descubierto el verdadero valor que esas actitudes nuestras, según el plan de Dios, tienen para la vida en general y la nuestra en particular; debiéramos sentirnos como quienes han encontrado un tesoro o una gran perla preciosa valiosísima; y es que la verdadera dicha y la felicidad no dependen únicamente de las cosas materiales de esta vida, sino de la realización personal de cada persona, de sabernos colaboradores de la gloria y dicha de demás y del Dios de la vida.                                    

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