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Puente Genil
sƔbado, julio 27, 2024

Jesucristo es la luz de la verdad, del bienĀ y de la coherencia

C1ĀŖ lectura:Ā 2Āŗ libro de las crĆ³nicasĀ 36,14-16.19-33.

Salmo: 136 Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.

2ĀŖ lectura: Efesios 2, 4-10.

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Evangelio:Ā JuanĀ 3,14-21Desde siempreĀ hemos visto queĀ han sidoĀ los poderosos mandatarios de los pueblos los responsables histĆ³ricos de las situaciones que sus gentes han atravesadoa pesar de que por encima de todo lo creado estĆ”Ā Dios. Probablemente muchas cosas hubieran cambiado si en lugar de seguir las exigencias y los intereses polĆ­ticos y econĆ³micos de esos dirigentes de pueblos y naciones;autoritarios, mentirosos y egoĆ­stas;Ā hubiĆ©ramos actuado siendo coherentes con los caminos abiertos por el Dios que mantiene la vida;Ā desde la misericordia, el perdĆ³n, el respeto, la libertadĀ y la entrega amorosa con la que nos ha creado; seguramente habrĆ­amos evitadoĀ muchos conflictos,Ā guerras,Ā miserias, dolor, muerte…Ā Quienes por el contrario se dedican aĀ ayudar a los demĆ”s,Ā practicar la justicia, a ver con misericordia a los mĆ”s necesitados y a evitar las confrontaciones y conflictos con los otros;Ā siempreĀ encuentran caminosĀ deĀ justicia,Ā deĀ pazĀ yĀ deĀ armonĆ­aĀ para liberarnos del malĀ yĀ asĆ­Ā alcanzar una existencia mĆ”s digna yĀ feliz en esta vida. Ā 

No es Dios quien destruye el bienestar de los pueblos ni de las personas; lo que sĆ­ debe de quedar bien claro es que sin Dios y sin los anhelos de bondad que emanan de su soplo de vida; de esa misericordia, entrega y amor con la que nos ha creado y que debemos percibir y escuchar en nuestra conciencia; la humanidad se pierde en su caminar histĆ³rico sin saber encontrar ese bien anhelado para todos,los fundamentos transcendentes de su existencia y la verdadera felicidad. 

Desde la fe en Dios, en su espĆ­ritu del bien y en el misterio pascual de Jesucristo, es desde donde hemos de aprender a pasar de una existencia frĆ”gil, miserable, ciega y egoĆ­sta;que termina en sufrimiento, dolor y muerte, a otra existencia luminosa que termina en la esperanza de una nueva vida, mejor para todos, desde la gratuidad, la misericordia, el perdĆ³n, la ayuda mutua y la entrega amorosa. 

Los cristianos no debemos, desde la pasividad, dejar el juicio de Dios para el final, pues hemos de experimentar, desde nuestra libertad, esa coherencia con los planes de Dios en la medida en que vamos aprendiendo a modificarnuestra forma de relacionarnos con los demĆ”s, encontrando una manera mĆ”s humana y positiva de vivir, con la seguridad de que el Dios; camino, verdad y vida,estĆ” por encima de todo. Un Dios que no pretende condenarnos, castigarnos ni aniquilarnos, sino salvarnos; esa es la razĆ³n misteriosa y profunda de su encarnaciĆ³n por medio de Jesucristo y de su entrega y sacrificio en la cruz.  

Nuestra misiĆ³n es acatar ese mensaje de gracia, de misericordia, de perdĆ³n y de entrega amorosa, aceptando la sabidurĆ­a, la luz y la vida que nos da JesĆŗs Nazareno. Nadie, desde sus cegueras, puede existir presumiendo de sĆ­ mismo despreciando a Dios ni a sus semejantes, pues todos hemos sido creados misteriosamente por Ć©l y vivimos por su gracia, por la acciĆ³n benefactora de los demĆ”s y por los medios que ha puesto a nuestra disposiciĆ³n para el mayor bien posible de todos.     

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