Muy difícil encontrar en este complejo mundo del flamenco, generalmente dominado por manidos egos y personalismos insustanciales, a un tipo como el que vamos a entrevistar en puentegenilok.es. Jorge Vílchez Hidalgo, enorme aficionado y buen cantaor de Puente Genil, representa todo aquello de lo que, en no pocas ocasiones, carece el mundo de lo jondo: generosidad, honestidad, caballerosidad, prudencia y conocimiento. Le conozco desde hace muchos años, y cada día que pasa me encuentro más orgulloso de saber que soy de uno de los privilegiados que cuenta con su sincera amistad y afecto. Bienvenido Jorge y muchísimas gracias por atender, hace unos días, con celeridad y generosidad, nuestra llamada. (Tan a gusto estábamos que la entrevista se alargó, motivo por el que la 2º parte la publicaremos mañana).
Buenas tardes, Álvaro. Gracias por tus inmerecidas palabras y, por supuesto, gracias y larga vida a puentegenilok , por brindarme esta ventana para expresar mi humilde opinión.
-Cuéntanos, ¿recuerdas el momento concreto en el que comenzaste a interesarte por el flamenco?
El momento concreto es difícil de precisar, pero sí puedo decir que empecé a interesarme bastante pronto. Desde muy niño me atraía la música andaluza en general y recuerdo que en casa estaba siempre cantando cualquier melodía. Con once o doce años empecé a formar parte del Grupo de Baile Virgen del Rosario de mi aldea de El Palomar, en el que bailábamos sevillanas, fandangos de Huelva, bailes locales y regionales… y aprendía antes el cante que el baile. Después, con 14 años, cuando comencé a cursar los estudios de 1º B.U.P en el Instituto Manuel Reina de la localidad, conocí a mi amigo Antonio Illanes que estaba empezando a tocar la guitarra. Antonio tenía un piso justo en frente del instituto y muchos días aprovechábamos el recreo para cantar y tocar. El primer día que quedamos Antonio empezó a tocar por fandangos de Huelva y le canté un fandango de Calañas. Aquel fandango posiblemente no estuviese para grabarlo en una antología, pero para nosotros fue todo un descubrimiento. Era la primera vez que canté con guitarra y a partir de ahí cada vez que quedamos hacíamos cantes distintos e íbamos aprendiendo los dos. Digamos que a partir de ese momento se despertó mi gran interés por el flamenco.
-Procedes de una de las aldeas de Puente Genil, ¿cómo crees que éstas han influido en el desarrollo del flamenco pontano?
Las aldeas juegan un papel fundamental en el mantenimiento de la afición al flamenco en Puente Genil, sobre todo El Palomar y Sotogordo que organizan todos los años su festival de verano en el marco de sus fiestas patronales. También Cordobilla lo organizó varios años. Por sus escenarios han pasado primeras figuras como Fosforito, El Cabrero, El Chozas, Jiménez Rejano… y sobretodo han dado cabida a todos los aficionados locales. Las aldeas, gracias al esfuerzo encomiable de sus vecinos, han apostado siempre por el flamenco y lo han hecho visible. Recuerdo que el primer festival al que asistí fue en el Palomar en el año 93 en el que actuaron Antonio de Patrocinio, Julián Estrada, Frasquito con la guitarra de Antonio Centenera –que era vecino mío y uno de mis primeros referentes-…. o el festival del año 1995 cuando escuché cantar por primera vez en directo al maestro Fosforito. Por supuesto, a las aldeas debo mis comienzos como cantaor que me dieron la oportunidad de estar en su festival por primera vez en Sotogordo en 1999 y en El Palomar en el año 2000 con la guitarra de mi gran amigo Jesús Zarrias al que tanto le debo en mi aprendizaje. Actualmente, Sotogordo cuenta la Peña Vicente Cáceres desarrollando una gran labor y aglutinando a la afición de estas aldeas.
– ¿Te viene el cante por tradición familiar?
No, mi familia no ha tenido tradición flamenca, no ha habido familiares que hayan sido aficionados al cante en el sentido estricto del término. Me cuentan que mi madre de joven cantaba muy bien … Cuando terminaban las campañas del campo en los cortijos hacían los manijeros una comida para celebrarlo, era el tradicional «acabo» y cada uno cantaba lo que sabía… Allí mi madre cantaba sus fandanguillos de Huelva, el famoso «pares y nones» de Luis de Córdoba, sus coplillas de la época… pero poco más. Sin embargo, pese a no ser una familia flamenca, en mi casa sí habían cassetes de El Cabrero, Luis de Córdoba, Jiménez Rejano… con los que mi padre, -camionero por entonces- amenizaba sus viajes. Así que, en cierto modo, el flamenco sí ha estado presente de esta forma.
-Además de tu innegable calidad cantaora, todos sabemos que eres uno de los cantaores más respetados por tus enormes conocimientos sobre el cante. ¿Cómo te sientes al saber que eres un preclaro referente de decenas de cantaores y cantaoras que acuden a ti para consultarte cualquier duda o cuestión relacionadas con la forma e interpretación de los cantes?
La verdad que siento el cariño y el respeto de mis compañeros. Más que un referente me defino como un aficionado que me gusta escuchar y leer todo lo que cae en mis manos. Muchos de mis compañeros saben que me gusta estudiar estos temas a fondo y me preguntan por grabaciones, discografía… o dónde pueden escuchar tal o cual letra….Otra cosa es que lo que yo le diga les sirva de ayuda o los confunda todavía más (risas).
-Como cantaor y gran conocedor de este complejo arte en todos sus aspectos, ¿consideras que Puente Genil, por su tradición cantaora, ocupa un lugar prominente en el mundo del flamenco?
Puente Genil es todo un referente no sólo por su tradición cantaora sino también por la gran afición que atesora. Aparte de tener la inmensa suerte de ser la cuna del maestro Fosforito y tener entorno a su figura el Festival de Cante Grande como uno de los más antiguos e importantes del panorama flamenco, la nómina de cantaores anteriores y posteriores al maestro es amplísima, desde El Tenazas, Juan Hierro o El Niño del Genil… pasando por Perico Lavado, Jiménez Rejano, Frasquito…o los actuales maestros Julián Estrada y David Pino hasta el último eslabón de la cadena con Álvaro Martín… a los que hay que sumar la gran cantidad de cantaores locales y aficionados de oro que es imposible nombrarlos a todos. Gracias a todos ellos, Puente Genil ocupa un lugar crucial y esencial en el mundo del flamenco, como ha quedado plasmado en el completísimo trabajo Cien Años de Arte Flamenco y Cincuenta años del Festival de Cante Grande “Fosforito” fruto del arduo e importantísimo trabajo realizado por nuestro amigo y maestro Juan Ortega Chacón.
-¿Cómo ves la salud actual de los flamencos de Puente Genil? ¿Crees que hay caldo de cultivo suficiente para que nuestro pueblo, a medio y largo plazo, siga siendo un referente?
Pues creo que estamos mejor que nunca en todos los aspectos. Lo principal para que cualquier manifestación cultural perdure en el tiempo, aparte de fomentarla y conservarla, es que se transmita a la juventud, que es quien tiene que seguir “tirando del carro” respetando por supuesto a nuestros antecesores. Y en eso Puente Genil puede estar tranquilo. La nómina de artistas pontanos en todas las facetas del arte flamenco es extensísima. Desde el magisterio desarrollado por Julián Estrada y David Pino no sólo en el ámbito artístico sino también formando parte del equipo docente en los Conservatorios de Música de la capital junto con nuestros jóvenes guitarristas Jesús Zarrias, Antonio Cáceres, Mariano Delgado, Rafael Ortega, Juan Lavado, Víctor Serrano…o la labor importantísima que en las Escuelas de Músicadesempeñan Antonio Centenera y Paco Moya…pasando porel trabajo de nuestras bailaoras Rocío Moreno y María Jesús Cortés… hasta nuestros más jóvenes Álvaro Martín, hermanos Gamero, hermanas Lavado… Además del riguroso trabajo docente que desde la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba que desarrolla David Pino de la que es su flamante director y desde aquí felicitamos… o la labor en el ámbito de la investigación flamenca que realiza mi compadre Miguel Ángel Jiménez con trabajos como el publicado sobre El Niño del Genil y tú con Flamenco Revolutum que pronto verá la luz. En definitiva, creo que estamos en un momento dulce y desde aquí quiero hacer un llamamiento para que entre todos contribuyamos a que Puente Genil siga ocupando este lugar privilegiado en el mundo del flamenco.
-¿No echas de menos, por eje, en Puente Genil a un Perico Lavado, es decir, a alguien que aglutine a la afición pontana como hizo Pedro durante muchos años?
Claro que se echa de menos. Perico Lavado era único e irrepetible. No sólo por su calidad artística como demuestran sus premios nacionales en Córdoba sino también por su condición de aficionado cabal que como bien dices aglutinaba no sólo a la afición pontana sino a la de toda la provincia (Fernán Núñez, Montilla, Montalban….) No he pisado peña flamenca que se precie en la que no me hayan hablado de Perico. El poder de convocatoria de Pedro era descomunal, no sólo para los aficionados sino también para sus compañeros artistas que se daban cita en sus reuniones. En los tiempos que corren, se necesitan muchos referentes como Perico para que el cante siga vivo en el día a día de los aficionados, de forma habitual y no como excepción.
(Continuará…. mañana domingo, 15). Jorge Vilchez abordará asuntos tan interesantes como el Festival de Cante Grande «Fosforito», se referirá a la 5ª LLave del Cante…).