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Puente Genil
miércoles, diciembre 11, 2024

Del “Bandurria” a Mariano Delgado…entrevistamos al icono de la 3º generación de los Cuenca (I parte)

Si en Puente Genil alguien sabe tocar un instrumento y se apellida Cuenca, no hay que pensar mucho: pertenece a la familia de los Cuenca, prolijo linaje musical que abarca el fenómeno de la música con amplitud, plenitud, diversidad y notable éxito. No en vano, sus dos máximos exponentes, nuestros queridos Hermanos Cuenca (José Manuel y Francisco), son figuras indiscutibles del panorama musical nacional. Mas no son los únicos, como vamos a comprobar en unos segundos con Mariano Delgado Cuenca, un pedazo de guitarrista flamenco de La Puente, con una proyección increíble. Bienvenido Mariano, y muchísimas gracias por atender la llamada de puentegenilok

Muchas gracias a ti, Álvaro, por acordarte de mí para esta entrevista.

-Sinceramente, me hago un lío tremendo con tu familia. Creo que a casi todos os encanta, de una o de otra manera, la música. De hecho, he sido profe de tres de los más jóvenes Cuenca y lo he podido comprobar in situ. Háblame un poco de ella y su relación con la música.

-

Toda esta afición que hay por la música en mi familia viene por mi abuelo Francisco Cuenca, más conocido como El Bandurria o El Pájaro, que desde muy joven siempre estuvo muy ligado a la guitarra flamenca.

Junto a mi abuela Carmen Morales, tuvo 10 hijos: 3 varones y 7 mujeres. De estos 10 hijos, hoy día, 6 de ellos se dedican profesionalmente a la música, como profesores en diferentes conservatorios de música de Andalucía. A esto hay que añadir, además, la afición de sus hijos, o sea, mis primos, algunos de ellos estudian también música en el conservatorio y otros trabajan ya como docentes.  

Durante varios años, regentó una taberna muy conocida en el pueblo, llamada El Rincón del Cante, siendo este un lugar de encuentro para todo tipo de músicos, no solo flamencos.

Como puedes ver, hay una estrecha relación entre la música y el apellido Cuenca, jejeje.

– ¿Con qué edad comenzaste a tocar la guitarra? ¿Quién te enseñó? No me lo digas: tu abuelo…, jejeje.

Pues yo comencé mis andaduras con la guitarra cuando tenía unos 10 u 11 años. Recuerdo que iba todos los días a casa de mi abuelo y allí tenía un salón donde impartía clases de guitarra a muchísima gente, y todos los días aquello era un correo de alumnos entrando y saliendo, pero no llegaba a prestarle mucha atención (me gustaba más el fútbol y estar con mis amigos en la calle jejeje…).

Un día, por casualidad, me encontré, dentro del radiocasete donde mi abuelo grababa las lecciones a los alumnos, una cinta de Camarón (“Camarón Nuestro”), y aquello me enamoró por completo. Desde aquel momento ya no pude dejar de escuchar esa música que me cautivó y ya fue cuando le comenté a mi abuelo que yo quería que me enseñara a tocar flamenco.

-Lo tuyo es la guitarra flamenca, de hecho, en mi opinión, le consigues un sonido, un soniquete que no es habitual entre los guitarristas de esta zona. ¿Siempre te ha gustado el flamenco? ¿En qué momento de tu vida te dijiste a ti mismo con convicción: “yo quiero ser guitarrista flamenco”?

Desde un principio, no puedo asegurarte que me gustase el flamenco como para dedicarme a ello el resto de mi vida. Solo recuerdo que me gustaba Camarón y Tomatito, y solo los escuchaba a ellos y no quería escuchar otra música.

Pero cuando cumplí los 12 años, mi madre me regaló el disco de Paco de Lucía – “Live in América”- y cuando yo escuché aquello, aluciné.  Desde ese momento, decidí dedicarme plenamente a aprender a tocar la guitarra flamenca y, desde entonces, se convirtió en mi mayor pasión.

A partir de entonces, ya comencé a investigar sobre la guitarra flamenca, a buscar otros guitarristas, cantaores y todo lo que estuviese relacionado con el flamenco, para poder aprender todo lo posible, además de seguir dando clases con mi abuelo.

Todos recordamos tu etapa en Los Inkilinos. ¿Cómo la viviste? Imagino que te fue muy fructífera en todos los sentidos.

Esta etapa fue muy bonita y aprendí muchísimo, aunque la música que hacíamos nada tenía que ver con el flamenco.  Puede que no lo creas, pero el grupo de Los Inkilinos se formó de casualidad y casi sin quererlo.

Todo surgió en casa de un amigo nuestro de El Rubio (Sevilla). Tenía un estudio de grabación y allí, entre risas y borracheras, componíamos letras que hablaban de nuestras anécdotas y de nuestras vivencias, de nuestros amigos y cosas graciosas que nos ocurrían en el día a día, y les poníamos música.  Decidimos grabar algunas de esas canciones con la única intención de repartirlas entre nuestros amigos para reírnos y sin ninguna intención de nada, y al poco tiempo, esas canciones empezaron a escucharse, no solo en todo Puente Genil, sino que se escuchaban en toda Andalucía y fuera de ella, e incluso en diferentes emisoras de radio a nivel autonómico, como Canal Fiesta o Radiolé.

Llegamos a grabar 3 discos (La Rebelión del Gato, Prendiendo Mecha y Mucho que ganar) y fueron muchísimos conciertos los que dimos en toda Andalucía.

-En tu primera fase de aprendizaje autodidacta de la guitarra flamenca, ¿quiénes fueron tus referentes?

Después de varios años dando clase con mi abuelo Francisco, decidí hacer la prueba de acceso a las Enseñanzas Profesionales de Música en la especialidad de Guitarra Flamenca en el Conservatorio de Córdoba, donde aprendí muchísimo, sobre todo a leer partituras, lo que hacía que el aprendizaje de falsetas y obras fuese mucho más rápido y eficaz.  Pero yo he sido siempre una persona muy inquieta y, aparte de lo que aprendía en el conservatorio, siempre intentaba aprender de los grandes guitarristas, sobre todo, de Paco de Lucía, Moraíto Chico, Diego del Gastor, Tomatito, Vicente Amigo, etc…

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