El abandono animal es una realidad cada día más presente en Puente Genil, y contra la que llevan luchando La Guarida alrededor de 17 años. David Álvarez lleva 10 años colaborando con la misma, siendo actualmente su secretario y el encargado de administración. Álvarez comenzó a ayudar con algunos rescates o a dar de comer a los cachorros, “directamente fui al refugio y me puse a su cargo por si hacía falta algo”, cuenta.
A sus inicios, explica, el refugio contaba con “unos 6 u 8 voluntarios y alrededor de 90 animales; luego estos se marcharon por trabajos o porque eran estudiantes y compaginaban los estudios con el voluntariado”. Ahora, La Guarida se encuentra solo con Nuria, su marido y otra voluntaria al frente, según detalla David, ya que él debido a una operación solo puede ayudar desde casa. David define la situación como “inviable” por lo que han pensado en hacer en sus redes sociales un llamamiento a aquellas personas que puedan colaborar con los animales rescatados.
Además de la falta de personas que ayuden a cuidar de estos animales, están también faltos de espacio. El refugio cuenta actualmente con “las instalaciones de siempre y las de Egemasa, cedidas por el Ayuntamiento”. Sin embargo, explica David, hace dos años “se firmó un convenio en el que se comprometían a hacer una ampliación de las instalaciones”. A día de hoy, con 12 cheniles con una capacidad de entre 20 y 24 perros, según su tamaño, continúan esperando esta ampliación. La cantidad de espacios se queda corta cuando “hay de 20 a 25 abandonos al mes”. Una tasa de abandono que “triplica el número de animales que caben en los cheniles que hay disponibles”. Debido a esto, en el mes de Octubre el secretario de La Guarida tuvo que mandar un escrito donde informaba de “que se paralizaba la recogida de animales en Puente Genil”.
Sobre todo los animales más abandonados son los galgos, que en época de caza y en lo que va de año han llegado a ser 39 animales. Además, a este incremento se le suma que las adopciones están algo paralizadas sobre todo desde el fallecimiento de Paco, hermano de Nuria, hace un año. “En Tarragona hay lista de espera para adoptar animales y Paco se encargaba de ir con 25 o 30 perros en la furgoneta haciendo el viaje de ida y vuelta”. Una ayuda que ahora no tienen, como tampoco tienen adopciones en el municipio. O algunas de las que tienen, cuenta David, “vuelven a devolver el animal”.
En cuanto al aspecto económico, el refugio sigue adelante por sus propios medios y la ayuda de otras protectoras incluso de otros países como Alemania, Suiza o Francia. “Si ponemos en nuestras redes sociales que necesitamos pienso en cuestión de horas tienen para comprar dos palés”. Estos se los compran directamente a un comercio de Puente Genil desde el que se ponen en contacto con Nuria. Un palé de sacos de pienso se traduce en unos 45 sacos de 25 kilos pero con los que “muchas veces no se da a basto para el refugio y las instalaciones de Egemasa, puede durar una semana como mucho”.
A estos gastos se le suman los veterinarios, “unos 600 euros mensuales en vacunaciones y en facturas veterinarias unos 2000 euros también al mes”. Unas facturas en las que su mayoría incluyen las castraciones necesarias sobre todo a las hembras para que al estar en contacto con el resto de animales no se produzcan más embarazos. O para algún animal que salga adoptado, un gasto que corre normalmente a cuenta de la familia adoptiva, aunque “depende de los recursos que tenga”, puede correr también a cargo de La Guarida. Además, David destaca que estos precios podrían ser aún más desorbitados en la localidad donde “son un 70-80% más altos que en el resto de la provincia”.
Pero pese a todos estos retos que desde el refugio encuentran, siguen sacando las fuerzas para poder darle una vida algo más digna a los animales que, de un momento a otro, ven truncadas sus vidas para acabar en la calle. Algunos como Nuk, el último en salir del refugio, tienen la suerte de poder encontrar una nueva oportunidad en un nuevo hogar. Otros, muchos más, siguen esperando tener la misma suerte.