La imagen procesiona en parihuelas, portada por hermanos de los seis grupos filiales, presidida por el Cofrade Mayor, Rafael Navasaparece. Se Siri en 1558 aparece en la Puente Don Gonzalo, la Cofradía Penitente de la Veracruz, esta Cofradía de origen franciscano es sin duda una de las más antiguas de la Villa, comenzando su andadura a mediados del Siglo XVI, al igual que la ermita de la Veracruz fue construida en dicha época, como lo demuestran algunos libros correspondientes a historiadores de Puente Genil y documentos del Ayuntamiento que nombran a la calle homónima a la ermita. La cofradía de la Veracruz adquiere la primitiva imagen del Cristo amarrado a la columna en el año 1635, realizado por el imaginero cordob-es Pedro Freyla de Guevara, como lo demuestra el contrato realizado por el artista con fecha 1.06.1635 y firmado por varios vecinos del Pontón de Don Gonzalo, donde indican las medidas de la imagen, peana y capitel. Todo ello por un importe de 700 reales.
Esta cofradía de la Veracruz estaba compuesta por cinco hermandades: – La Santa Cruz – La Cena – El Preso – La Columna (desde 1636) – Los Dolores de la Veracruz En el año 1593 se le conocía como la Cofradía de la Sangre, antigua hermandad de los Azotes, el nombre de la Sangre, se le asigno por la costumbre de azotarse los hermanos en sus espaldas descubiertas hasta manchar su cuerpo y vestiduras de sangre, flagelándose como penitencia en el recorrido del Jueves Santo, siendo la Plaza de Lara el lugar escogido para castigarse con más ímpetus, al mismo tiempo tomaban al cristo crucificado presentándolo al pueblo mientras los vecinos desde los balcones gritaban ECCE HOMO (en latín “he aquí el hombre”) palabras que fueron pronuncias por Poncio Pilato, cuando presento a Jesús de Nazaret ya flagelado ante la muchedumbre. A la derecha podemos observar un fragmento del óleo que se conserva en dicha ermita de la Veracruz y data del Siglo XVII, en el aparece un cristo crucificado y bajo su cruz un numerosos grupo de penitentes en procesión, donde podemos ver como algunos de ellos se flagelan con unas correas en sus espaldas descubiertas, es sin duda una reliquia histórica de nuestra Semana Santa, de incalculable valor por su antigüedad y por su prueba en referencia a los orígenes de nuestra Semana Santa Pontana. El cuadro es de autor anónimo y fue restaurado en el año 1995 por el artista Pontanés José Manuel Cosano Cejas.