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lunes, mayo 20, 2024

Hay que tener pasiĆ³n por la vida, como Jesucristo

Hay que tener pasiĆ³n por la vida, como Jesucristo.

1ĀŖ lectura: Job 7,1-4.6-7. Ā  Salmo: 146 Alabad al SeƱor, que sana los corazones destrozados. Ā Ā Ā Ā 

2ĀŖ lectura: 1ĀŖ Corintios 9,16-19.22-23. Evangelio: Marcos 1,29-39.

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Es inquietante ver con quĆ© facilidad nos acostumbramos al mal y a la muerte. Los dolores, los sufrimientos ajemos y la muerte inocente de otros, nos preocupan poco en realidad. Cada uno nos interesamos por nuestro bienestar y seguridad personal pero somos incapaces de amar la vida en general y de ver a los que malviven a causa de los egoĆ­smos e intereses de otros. Muchos pasan su existencia con el sentimiento escĆ©ptico de que no queda otro remedio que vivir asĆ­, sin valorar el misterio y el milagro que es la vida en sĆ­ misma a pesar de nuestras miserias, de todo lo inhumano que nos rodea y del trabajo que nos supone vivir desde la entrega y servicio a los demĆ”s y contra las esclavitudes y opresiones impuestas por muchos poderes e instituciones, e incluso por nosotros mismos, segĆŗn nuestra naturaleza y condiciĆ³n. A pesar de todo ello, la vida es hermosa y el que nos ha creado lo ha hecho para nuestra felicidad. Somos nosotros los que hemos de romper esas cadenas que nos atan a lo negativo y esperar nuestra liberaciĆ³n del mal a pesar de las realidades que nos rodean y de lo que esto supone para nuestra existencia en este mundo.

ĀæSe puede dejar de anunciar la buena noticia del Evangelio porque esta vida es cĆ³mo es? ĀæPor quĆ© complicarnos la vida con las miserias y esclavitudes de los demĆ”s si nosotros ya tenemos las nuestras? ĀæCuĆ”l es nuestra paga por anunciar y poner en prĆ”ctica esta buena noticia?

Es Dios mismo en Jesucristo quien nos elige para esa entrega y esa misiĆ³n liberadora del mal y de la muerte en el mundo, nuestra paga es esa misma liberaciĆ³n, haciendo posible esa buena noticia que emana de las entraƱas del propio Dios Creador. 

En nuestra vida cotidiana; enfermedad, dolor, muerte y opresiĆ³n nos acechan continuamente pero eso no es obra de Dios, al contrario, Ɖl es quien busca a las personas para darnos esperanza y felicidad. La fuerza irresistible del Evangelio no la pueden manejar a su antojo las autoridades ni los que creen ser poderosos, ni tampoco nosotros. Jesucristo nos enseƱa a aliviar los dolores, la enfermedad, la muerte… desde nuestra actuaciĆ³n, segĆŗn el conocimiento que tengamos de la naturaleza, de nuestra condiciĆ³n humana y de nuestra historia; pero tambiĆ©n desde la fe y la esperanza puesta en Dios y en su proyecto evangĆ©lico.

Cuando la realidad no podemos ni sabemos cĆ³mo cambiarla, hemos de aprender a buscar la fuerza poderosa de la oraciĆ³n y de la comuniĆ³n con Dios y con los demĆ”s, desde la fe,  esperando en su bondad infinita frente a los opresores y las miserias de esta vida nuestra. JesĆŗs Nazareno viene de parte de Dios para solidarizarse con nosotros en este sentido y entregar su vida por toda la humanidad entera, luchando contra un sistema donde se culpa a Dios de los enfermos, los pobres, los marginados… sin entender que son ellos los que nos evangelizan, que a ellos se acerca Dios en Jesucristo y que con ellos nos llega a nosotros la alegrĆ­a del evangelio, la satisfacciĆ³n de ser Ćŗtiles a los demĆ”s.                      

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