La pregunta, que parecía una conversación recurrente en los corrillos vecinales cada verano, ha tomado ahora más fuerza que nunca. La ola de calor prolongada, con termómetros que superan con facilidad los 40 grados, ha hecho que la asistencia a la feria de día se resienta notablemente. La imagen de calles semivacías y casetas a medio gas contrasta con el bullicio que se registra entrada la medianoche, cuando las temperaturas dan un respiro y la juventud ocupa la zona ferial como punto de encuentro.
La feria de Puente Genil, tradicionalmente pensada como un espacio de convivencia en el que familias, vecinos y visitantes disfrutaban durante todo el día, ha visto cómo las costumbres han cambiado. El cierre de muchas empresas durante agosto, la notable bajada de población en la localidad —con centenares de pontaneses que aprovechan para marcharse a la costa— y las nuevas formas de ocio juvenil han transformado la esencia de la fiesta.
El tardeo ha ido ganando terreno, desplazando progresivamente la feria de día. Al mismo tiempo, la madrugada se ha consolidado como el momento de mayor actividad, en el que la zona de casetas se convierte en un punto de encuentro más para el ocio habitual que en un espacio con identidad propia de feria.
El Ayuntamiento es quien debe dar una respuesta definitiva, aunque el debate ya ha entrado de lleno en el terreno político. Cada grupo municipal ha expresado su visión sobre una posible modificación del calendario festivo, VOX no descarta un cambio de fechas, y apunta al mes de septiembre como opción más lógica, evitando el calor extremo y el éxodo vacacional.; Izquierda Unida (IU) propone abrir un proceso participativo con la ciudadanía, consciente de que cualquier modificación supondría dificultades logísticas y económicas, el PSOE apuesta por garantizar una feria de calidad como prioridad, más allá de mover las fechas, aunque no cierra la puerta a un debate más profundo, el Partido Popular (PP), que gobierna en el municipio, defiende que el cambio es una demanda vecinal reiterada y se muestra dispuesto a impulsarlo.
En este sentido, el alcalde, Sergio Velasco, ha lanzado un mensaje conciliador y ha tendido la mano al resto de grupos para alcanzar la máxima unanimidad posible. “Si se da el paso, será con consenso”, señaló, dejando abierta la posibilidad de trasladar la feria a septiembre o incluso a mayo. Este último mes coincide con la festividad de los Desamparados, una opción que el regidor considera “loable y probable”.
El reto de un decisión histórica
El cambio de fecha no es una cuestión menor. Implica reorganizar contratos, coordinar a feriantes, empresas de montaje y proveedores, además de encajar la feria en un calendario festivo y cultural ya saturado. A ello se suma la necesidad de garantizar una oferta atractiva para vecinos y visitantes que mantenga la identidad propia de la feria pontana.
Por ahora, no hay fechas ni plazos definidos. Sin embargo, lo que sí parece claro es que el modelo actual se tambalea. Bajo un sol abrasador y con la mitad de la población ausente en las playas, resulta cada vez más complicado mantener viva una feria que en otros tiempos fue referente en la comarca. El debate está abierto, y el futuro de la feria dependerá de la capacidad de la ciudad para adaptarse a las nuevas realidades sociales, climáticas y culturales.