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jueves, mayo 2, 2024

Volver a donde está Jesucristo para darle gracias…

09/10/2022: XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario.          

Volver a donde está Jesucristo para darle gracias.

Citas: 1ª lectura: 2 Reyes 5,14-17.   Salmo: 97 El Señor revela a las naciones su salvación.    

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2ª lectura: 2ª Timoteo 2,8-13. Evangelio: Lucas 17,11-19.  

En nuestra sociedad valoramos demasiado nuestros derechos pero no somos capaces de cumplir con nuestras obligaciones y menos aún, agradecer todo aquello que otros realizan en nuestro beneficio, no sólo por cumplir con su deber, sino cuando lo hacen por pura generosidad. Consideramos que toda intención aparentemente buena oculta algún tipo de interés porque desconfiamos de la entrega generosa; no estamos dispuestos a dar nada ni trabajar gratis para otros y criticamos a quienes se entregan desinteresadamente, considerándolos imbéciles.

Para saber agradecer, lo primero es captar lo positivo y gratuito de la vida: la luz del sol, el despertar de cada mañana, el misterio de nuestro cuerpo, la amistad, la alegría con el encuentro de las personas, la familia, el descanso reparador, el sonido de los pájaros, la naturaleza, el hogar… Hemos de estar atentos para saber acoger lo bueno y hermoso de la vida y, desde la fe, percibirlo como un don que proviene del mismo Dios; fuente y origen de la vida y de todo bien. Lo primero es captar la grandeza del universo y la bondad insondable de ese Dios creador del mismo.

Con respecto a nosotros es importante entender que, para ese Dios revelado por Jesucristo, no existen criterios de raza, género, razón social, religión… para mostrar su amor de Padre y su gratuidad a todo ser humano. Ante ese Dios toda persona tiene la misma dignidad de hijo, por ello no podemos despreciar a nadie por ser extranjero, estar enfermo, ser impuro, pobre, desamparado… Las religiones que separan, marginan, dividen o justifican odios y guerras entre las personas, pierden su razón de ser.

El acontecimiento histórico de Jesús Nazareno, su actitud ante la humanidad marginada y sufriente desde el espíritu del bien; el Espíritu Santo Divino, sus enseñanzas, su misericordia y perdón, su entrega por amor hasta la muerte en la cruz y su Resurrección, son nuestra razón para esperar una historia futura de salvación y vida para todos. Por ello sufrir por ayudar a los demás, morir siendo fieles a su proyecto de Reino de Dios, nos lleva a la vida verdadera, a reinar con Él, y aunque a veces seamos infieles a su causa, nuestra razón para no desesperar es que Él no nos abandona, siempre está a nuestro lado y nuestro futuro en sus manos.

Lo decisivo es, como le ocurre al leproso samaritano, nuestro reconocimiento de lo que Dios nos da por Él mismo y a través de los demás, y nuestra acción de gracias por todo ello, sin olvidarnos, como hacen los otros nueve, de las miserias e ignominias compartidas preocupados únicamente en sí mismos y en su aceptación e integración social. Quien sabe dar gracias a Dios sabe encontrar también la verdadera razón de su existencia y la felicidad compartiendo con los demás su vida y todos los bienes recibidos.                            

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