En esta ocasión, me apetece acercaros al discurrir habitual de una clase cualquiera de la Escuela Infantil de Saetas Cuarteleras. Tras tres semanas desde su comienzo, todo transita con absoluta normalidad, con los niños y niñas (éstas son mayoría) muy motivados y con ganas de aprender. Comenzamos a las 19:00 h del viernes. Minutos antes un servidor espera en la puerta de la Parroquia de Nuestro Padre Jesús Nazareno a los diecisiete pequeños cantaores, que muy ilusionados llegan con sus padres o madres.
Tras los saludos de rigor, subimos a una sala de la planta de arriba en la que nos disponemos alrededor de una mesa. Comenzamos con ejercicios de respiración con el objetivo de ir adquiriendo un buen dominio del diafragma que facilite una adecuada impostación de la voz y evite disfonías y ronqueras. Esta técnica o hábito cuesta aprenderlo, mas al final se termina por asimilar de manera intuitiva. A continuación, procedemos a unos ejercicios básicos de vocalización y entonación para calentar la voz, tras los cuales, interpretamos, con la sílaba “ta”, de manera ascendente y descendente, en una serie de repeticiones y ayudándonos de gestos con las manos a diferentes alturas (abdomen, torso, boca y frente), los cuatro sonidos básicos de la saeta cuartelera.
El objetivo de este último ejercicio es familiarizar al pequeño aprendiz con la estructura melódica básica de la misma. Tras estos ejercicios, procedemos, de manera coral, a interpretar una saeta cuartelera con una melodía muy básica, mas, al igual que en el ejercicio anterior, con la sílaba “ta” para facilitar su interpretación. A continuación, la cantamos, también colectivamente, pero ya con su letra correspondiente (Puesto en la Plaza de Roma), y terminamos cantándola individualmente o por parejas de manera dialogada. A partir de aquí, eligen una cuartelera de una larga lista que les he facilitado, la interpretan de manera individual y les voy corrigiendo sus posibles errores.El proceso es largo, y hay que tener mucha paciencia, mas con solos tres clases ya se observa progresos y, sobre todo, muchas ganas de aprender y asistir a las mismas. Con esto, un servidor ya se da por satisfecho.
Las clases continuarán ininterrumpidamente, con las excepciones de los Viernes de Dolores y Santo, hasta el Día de la Cruz, en el que, a buen seguro, mis pequeños cantaores/as estarán más que preparados para interpretar, decentemente, cuatro o cinco cuarteleras. SALUDOS FLAMENCOS
