Luces de la Novena: Una Tradición que Ilumina Nuestra Historia.
Con la llegada de diciembre, Puente Genil revive una tradición que se remonta a siglos atrás: la iluminación de balcones y ventanas para honrar a la Patrona. Este gesto, que simboliza tanto devoción como unión comunitaria, no se limita únicamente a las fechas de la Novena, sino que ha sido parte de momentos históricos significativos para la Villa.
En 1755 y 1884, tras los devastadores terremotos, y en 1761, con la proclamación del patronato de la Purísima sobre los reinos de España y de las Indias, los habitantes de nuestra Villa acudieron a las calles con luces y procesiones para expresar gratitud y esperanza. Incluso el nacimiento de la reina Isabel II fue motivo de celebración con balcones iluminados y calles adornadas, mostrando el fervor y la cohesión social de la época.
El Origen de los Farolillos
Estas expresiones colectivas de fe y alegría dieron pie al nacimiento de una tradición muy especial: la iluminación de balcones con los emblemáticos “farolillos” durante los días de la Novena. A lo largo de los años, esta costumbre ha pasado por altibajos, pero en la actualidad ha resurgido con fuerza gracias a la labor incansable de la Cofradía de la Pura y Limpia Concepción y al entusiasmo de los vecinos que la han mantenido viva.
Un Legado que nos une
Invitamos a todos los pontaneses a sumarse a esta hermosa práctica, un reflejo del amor por nuestra Patrona y un testimonio de nuestro compromiso con las tradiciones que nos definen. Mantener y fomentar este legado no solo embellece nuestras calles durante los fríos días de diciembre, sino que también refuerza nuestro sentido de identidad y comunidad.
Iluminar Puente Genil en honor a la Purísima es más que una costumbre; es una muestra de cariño y respeto por nuestra historia y nuestras raíces. Hagamos de esta tradición un faro que guíe y enorgullezca a las generaciones futuras.