Un alumno del IES Manuel Reina ante el posible temor de que pueda desaparecer, por falta de alumnos, el bachillerato de adultos, hace un llamamiento a la reflexiĂłn con este artĂculo de opiniĂłn.
Y al final vi la luz… Manuel Reina se llamaba.
Hace unos dĂas llegĂł un mensaje a mi mĂłvil que nunca quisiera haber recibido. No entiendan mal, no es por la persona que me lo enviaba, pues siempre es un gusto saber de ella, sino por el contenido del mensaje. MarĂa JosĂ©, mi profesora de Lengua Castellana y Literatura en Bachillerato, me comentaba un problema que, por desgracia, he visto con mis propios ojos: la falta de alumnos en Bachillerato para Adultos del I.E.S. Manuel Reina de Puente Genil. Esto me entristece mucho, porque ese rĂo tiene una posible desembocadura: la desapariciĂłn.
Cuando ella me pidiĂł hacer algo, no dudĂ©, pues para mĂ es un placer ayudar, aunque sea mĂnimamente, al lugar que me ha dado tanto. Ahora lo entenderán.
CorrĂa septiembre de 2022, lleguĂ© allĂ por primera vez, temeroso de volver a repetir la historia por cuarta vez: abandonar un curso los primeros meses por ansiedad. Al principio, el miedo me embargaba, pero los profesores, a diferencia que en otros centros donde todo es más mecánico y frĂo, infundĂan calma y te apoyaban en todo lo que podĂan. Esto me tranquilizĂł. Todos y cada uno de los profesores se adaptaban a cada uno de los alumnos, pues eran plenamente conscientes de sus circunstancias: padres y madres de familia, personas que trabajan por la mañana, otras que tienen que faltar algunas horas porque le coincide con el trabajo, etc.
Las facilidades que proporcionan son inmensurables: desde apuntes ya preparados, conocedores de esa falta de tiempos de muchos estudiantes, hasta una gran capacidad de adaptaciĂłn a la disponibilidad del alumno a la hora de entregar tareas o de cambiar fechas de exámenes y por supuesto, al ser adultos que ya han madurado no coincides con los tĂpicos personajes variopintos que podemos encontrar en las clases de España interrumpiendo la concentraciĂłn de los demás, en los cuales me incluyo cuando tenĂa esa edad: el gracioso, el de la Ăşltima banca, el que no quiere estudiar y se dedica a molestar, etc. Pero esto sĂłlo son simples datos escritos frĂamente. Lo más importante es ese trato cercano maestro-alumno esencial para ambos, lo cual crea una atmĂłsfera idĂłnea para aprobar.
Además, como suele decir Paco, el profesor de LatĂn y Griego del centro, «el roce hace el cariño» y eso ayuda. Esto hace que las personas a las que les cuesta un poco más no se queden atrás ni un centĂmetro. Algo que allĂ queda claro desde el principio es que si pones de tu parte obtendrás el tĂtulo. Estas facilidades llegan incluso a la matriculaciĂłn, pues aunque el plazo suele ser los diez primeros dĂas de julio, aceptan alumnos hasta los primeros meses de curso.
La educación para adultos suele tener mala fama, sin embargo, aporta muchos buenos estudiantes, incluso excelentes, yo tuve el privilegio de coincidir con uno de esos. Pero también profesores excepcionales, y aquà puedo decir que tuve fortuna, porque no coincidà con uno, sino que todos los que me dieron clase lo eran. Es más, valió la pena conocerlos a todos y siempre les guardaré cariño, pues no me sirvió algo que procuro hacer siempre: guardar las distancias. Incluso tengo la suerte de que con uno me llevé otro padre. Si a todo esto le sumas que al salir del edificio estás en el centro neurálgico del pueblo tienes la combinación perfecta.
Quizás, esto se les pueda parecer a un anuncio de teletienda intentando vender las bondades de un ¨producto milagroso¨ a las tres de la mañana, pero aquà no hay letra pequeña pasando a toda prisa por la parte inferior de la pantalla. El Bachillerato de Adultos del Manuel Reina te da una segunda oportunidad. A mà posiblemente me sacó del hoyo. No tengo duda de que siempre volveré de visita, pues por fuera puede parecer un instituto normal y corriente, pero si entras encontrarás una familia.
Juan EntrelĂneas