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Puente Genil
lunes, octubre 14, 2024

Dios no discrimina ni excluye, derrama su gracia sobre todos

1ª lectura: Números 11,25-29.

Salmo: 18 Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

2ª lectura: Santiago 5,1-6.

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Evangelio: Marcos 9,38-43.45.47-48

Los seres humanos queremos prosperar en esta vida y no terminar por extinguirnos destruyéndonos a nosotros mismos y al planeta que nos acoge como consecuencia de las guerras, las armas que hemos fabricado, la contaminación, el hambre… etc. hemos de aprender a trabajar y actuar desde la comunión de todos,en la misma dirección y en el sentido de la defensa de la vida, sin discriminación; no desde el poder, la riqueza y la confrontación de tantas ideologías y de todos esosimperios mundanos a los que creemos pertenecer y a los que defendemos.

Únicamente desde el espíritu del bien común (el bien para todos); un espíritu que como don del Dios de la vida no se puede reducir a formas ni normas exclusivamente institucionales; podemos cumplir nuestro cometido existencial y prosperar para la vida futura. Todos, sin excepción, estamos llamados a apoyarnos mutuamente revisando nuestras vidas y abriéndonos a esos dones del Espíritu Santo para ponernos al servicio de todos los demás, expresando así la voluntad salvadora del Dios de la vida. 

Todos los bienes que obtenemos de la naturaleza como don de Dios tienen una repercusión y exigencia social. Nuestro problema no es hacer uso de los mismos sino de practicar con ello la riqueza, es decir; de acumular injustamente esos bienes con mentiras, robos, estafas… impidiendo que otros tengan lo necesario para poder vivir y por ello matándolos de necesidad, miseria y hambre. La posesión desmesurada de servicios, bienes y riquezasdesde la sinrazón y la injusticia es contraria a la vida y al Evangelio de Jesucristo. Por eso quienes con sus actitudes, sus obras, sus palabras… defienden el bien común y la vida de los más pobres y de los débiles, deben ser considerados también en toda su dignidad, aunque no conozcan el cristianismo y no sean cristianos, pues la praxis cristiana no tiene por qué ser exclusivista ya que todos los seres humanos recibimos los bienes, los dones del Espíritu y el Espíritu del bien del mismo y único Dios.

Los cristianos hemos de saber abrirnos a todas esas personas que practican el bien desde la justicia, la paz, el amor… pues todos esos valores no son contrarios al Reino de Dios que trae Jesús Nazareno. Los demás seres humanos también necesitan reconocer la universalidad de Jesucristo, revelador del Padre, como el único camino, verdad y vida a seguir; un seguimiento que conlleva una actitud ante la vida de defensa exigente y coherente de los más necesitados, que nos conduce a

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