La fuerza del león y la constancia de la hormiga.
Siempre me ha fascinado la majestuosidad del león. Su fuerza, determinación y sabiduría lo han convertido en el indiscutible rey de los animales. Pero también admiro la constancia de la hormiga, ese pequeño ser que trabaja sin descanso, superando cualquier obstáculo con tenacidad inquebrantable.
A menudo reflexiono sobre cuánto podríamos aprender los humanos del reino animal. Me pregunté cómo combinar la fortaleza del león con la perseverancia de la hormiga y encontré una respuesta en las carreras extremas.
Hoy me enfrento al desafío de las 100 Millas Bandoleros. Mi cuerpo sabe lo que está por venir, y mis emociones están a flor de piel. Sé que habrá momentos en los que necesitaré la fiereza del león para seguir adelante, pero también la paciencia de la hormiga para recordarme que solo hace falta un paso más.
Por experiencia, sé que llegará el instante en que el cuerpo alcance su límite, cuando me sienta completamente vulnerable. Y en ese momento, ni el león ni la hormiga podrán ayudarme. Pero hay una fuerza mayor. En Isaías 40:29 está escrito: «Él da fuerzas al cansado y aumenta el poder del débil». Sé que este versículo no habla de esta clase de agotamiento físico, pero sin duda, mi verdadera fortaleza proviene de Él. Mi carrera no es solo esta, sino la de cada día, y Él me da fuerzas para alcanzar mis metas.
A través de mis carreras, intento transmitir esperanza a quienes luchan contra alguna adicción. Quiero motivarlos a encontrar en este deporte una vía real para alejarse del infierno que enfrentan. Porque al final, no se trata solo de correr, sino de cambiar vidas, paso a paso.