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Puente Genil
domingo, mayo 18, 2025

José Luis Rejano pregona la Pasión con la poesía del corazón y una puesta en escena única

José Luis Rejano emociona a Puente Genil con un pregón lleno de fe, poesía y sentimiento manantero.

Flanqueado por las cinco figuras de las Virtudes Cardinales, la bandera del Santo Sepulcro, un cuadro de la Patrona, el paso pequeño de Jesús Nazareno y, delante de este, la entrañable figura de El Faraón —un regalo de su padre—, José Luis Rejano Molina ofreció un pregón de Semana Santa cargado de emoción, simbolismo y una profunda vivencia de fe. Todo ello, envuelto en una puesta en escena única, acompañada musicalmente por el piano de Daniel Matas y la guitarra de Rafael Ortega.

Apareció en escena sin papel alguno, elevando un rezo a María Santísima, encomendándose a la Purísima y conquistando al público con una intervención sincera y directa al corazón. Transmitió sus miedos, sentimientos y recuerdos, en un testimonio de vida manantera marcado por la nostalgia de quien vive la Semana Santa desde la distancia: “Manantero desde la distancia, un estado de nostalgia difícil de mitigar, no hay redoble que se le compare”.

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Recordó su historia personal, con referencias constantes a su familia. Nombró a su madre y dedicó palabras cargadas de cariño y gratitud a su padre: “Tú, papá, me enseñaste a venir a los pregones. Quién me iba a decir que un día sería yo uno de ellos. Me enseñaste a derramar poesía en las mesas de Puente Genil, como tantas veces hiciste tú”.

Reivindicó el auténtico espíritu manantero, alejado de los títulos o la antigüedad:
“No eres dueño de un cuartel o una cofradía por llevar más tiempo. Hay que demostrar mucho más que eso. Saber abrazar en casa, saber decir te quiero, mirar al Nazareno y no permitir que tu cofradía caiga al suelo”.

Con frases llenas de verdad y sentimiento, conectó con todos los presentes:
“En el cuartel, el reloj marca el ritmo de nuestro viajero. El vino templa el espíritu, es sustento de hermandades y cofradías. Pero lo esencial es el capital humano. Con ellos aprendí a ser manantero. Nunca dejéis que los ladrillos se os suban a la cabeza si no hay hermanos en la mesa”.

Recordó también a su compañero y amigo Paco: “Almas que parecen gemelas, como la tuya, para soñar cogidos del brazo”.

Fue un pregón que tocó las fibras más sensibles del alma, siempre dirigido a Jesús y desde una fe firme y convencida:
“Sin fe no hay nada. Las corporaciones se vaciarían. La fe nos ayuda a levantarnos. Es la llama de esperanza que nos hace creer en la Resurrección. Me niego a pensar que no hay nada detrás de las lágrimas a María”.

También miró hacia la literatura, hacia los escritores partiendo de Miguel Romero y poniendo en valor al orador , al hermano que recita y hace mesa.

Y remató con un estremecedor grito de esperanza:
“¿Quién dice que vas muerto y no dormido? Busco al final en tus ojos un hilo de esperanza. La muerte no es el final. Aquí nadie se muere. Cuando la guadaña pase… arrópame con el blanco sendal. Entraré con mi carne de pontanés, y allí, sentados en una gran mesa… hombres buenos”.

El colofón fue una poesía dedicada a su mujer y en ella simbolizando a todas las de Puente Genil, descrita como su musa:
“Dama de luz y membrillo, de infinita nobleza, con un castillo grabado en el alma. Me sabe a ochíos y pestiños. Es cofrade y manantera”.

En las últimas frases dirigidas a Puente Genil,“Mi amada Puente Genil, todos vuelven aquí buscando la esencia, el alma de nuestra fiesta”, a las madres con un un nutrido grupo de ellas sobre el escenario portando las túnicas de las 17 advocaciones.

El acto, celebrado en un Teatro que colgó el cartel de “lleno”, fue presentado por su hermano de Corporación, Francisco Delgado. Entre las autoridades presentes estuvieron el presidente de la Agrupación de Cofradías, Hermandades y Corporaciones Bíblicas, Antonio Maíz; el alcalde de la localidad, Sergio Velasco; el presidente de la Diputación de Córdoba, Salvador Fuentes; y el arcipreste de Puente Genil y pregonero de 2024, Juan Ropero Pacheco.

Con un verbo cercano, directo, sin barroquismos ni intermediarios lingüísticos, José Luis Rejano logró conmover al auditorio, levantando al Teatro y provocando más de una lágrima entre los asistentes. Su voz resonó como la de quien ha vivido intensamente la Mananta y la ha sabido convertir en poesía.

Rejano fue exaltador del Jueves Lardero en 2013, en representación de su corporación —las Virtudes Cardinales y la Sibila de Cumas— con motivo del 350 aniversario de esta última. Actualmente pertenece a la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de las Lágrimas, así como a la Cofradía del Señor de las Penas y Nuestra Señora de los Ángeles desde hace casi 30 años. También es hermano de San Juan y Nuestra Señora de la Cruz.

De profesión, es brigada del Ejército de Tierra, especialista en Telecomunicaciones, con destino en Madrid. Además, forma parte de la directiva de la Asociación Amigos de Puente Genil y de la revista El Pontón. Se le reconoce por su estilo poético cercano y directo, y es considerado una de las voces destacadas de la nueva generación de poetas pontanenses.

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