La mejor manera de empatizar es ponernos en la piel del otro, tratar de estar en sus circunstancias para comprender, para hacernos reflexionar sobre otras realidades. Por ello, desde Cruz Roja Española en Córdoba nos planteamos cómo podríamos derribar prejuicios que viven a diario la personas migrantes por el hecho de serlo y que atentan contra los Derechos Humanos. hoy 18 de diciembre, que se celebra el Día Internacional del Migrante, queremos compartir el experimento social que, en el marco del proyecto ‘La maleta invisible’ –financiado por el área de Cooperación del Ayuntamiento de Córdoba- hemos realizado para tratar de provocar esa empatía y recordar que luchar contra la discriminación es tarea de todos y todas. No hablamos solo de racismo con mayúsculas, nos planteábamos, también, los estereotipos cotidianos que, muchas veces sin darnos cuenta o sin verbalizar aplicamos al que es diferente. Son esos microracismos difíciles de erradicar porque ni siquiera los advertimos, esas miradas de desconfianza, el sentirnos y hacer sentir intimidados ante el diferente. Pensar que porque no es de aquí no va a entendernos, va a trabajar menos o poner en peligro nuestra forma de vida, nuestros valores, nuestra identidad…
Una cifra pesó a la hora de plantearnos la acción: el 55 por ciento de los jóvenes cordobeses admitía tener prejuicios frente a minorías étnicas, según una encuesta realizada por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA). Reconocían, por ejemplo, que se cambiaban de acera si se cruzaban con una persona de otra etnia. Pesan más las diferencias, sin atender a lo que nos une: el afán por prosperar, tener una vida mejor para nosotros y nuestras familias y procurarnos y darles seguridad.
En nuestro intento por mejorar, por alcanzar metas, la búsqueda de trabajo, del primer empleo es una etapa crucial en la vida. Por eso, decidimos hacer una acción, un experimento social, con estudiantes universitarios de Derecho/ADE de Córdoba para sensibilizarles acerca de la eliminación de prejuicios hacia las personas migrantes. Al fin y al cabo ellos van a jugar un papel crucial en sus futuras vidas para defender los derechos, los Derechos Humanos de este colectivo, y de todos y todas en definitiva.
El reto que se nos planteaba estaba claro, ponerles en la piel, –por unos minutos y salvando las distancias– de la persona que se ve discriminada por su origen, su situación económica, sus creencias, su cultura, el color de su piel, sus rasgos o su lengua. Creamos una oferta de trabajo en prácticas con ayuda de un despacho de abogados, Tax & Legem, comprometido en temas de extranjería y de Derechos Humanos, y convocamos a alumnado de Derecho para unas prácticas.
Nos llegaron decenas de solicitudes, de toda España y con todos los perfiles, a pesar de que los anuncios explicitaban que se buscaban estudiantes de Derecho/ADE de Córdoba. Una treintena fueron, finalmente, convocados a una entrevista que se convirtió en incómoda e incluso irrespetuosa… No se les cuestionaba por su preparación académica, se les estaba juzgando por su aspecto, su acento, el barrio en el que vivían, el dinero que llevaban encima, su religión o su afinidad ideológica.
El objetivo, mostrarles que nuestros prejuicios vulneran derechos, los Derechos Humanos, y que en otras circunstancias ellos pueden ser considerados los diferentes, los extranjeros, los migrantes. Una cifra apoya esta idea: el 87 por ciento de los jóvenes españoles estaría dispuesto a emigrar para encontrar un trabajo y tener una vida mejor (datos del Foco Económico Mundial).
Pretendemos invitar a una reflexión sobre nuestros prejuicios y los estereotipos que “compramos” a veces sin mirar y que todos nos debemos plantear con sinceridad.
Ojalá con campañas como esta contribuyamos a ir derribando poco a poco dichos prejuicios. Haría mucho más fácil la integración en nuestra sociedad de todas las personas que llegan a ella huyendo del horror de la guerra que se vive en su país; de la persecución por sus ideas, su religión o su condición sexual, entre otras razones; o simplemente, en busca del futuro que su tierra natal les niega.
Solo en lo que va de año, Cruz Roja ha atendido a más de 3.600 personas desde su Programa de Inmigrantes –a través de los proyectos “Acogida e integración de personas inmigrantes” y “Atención a personas vulnerables en asentamientos”, ambos financiados por la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta-, a las que hay que sumar las casi 400 solicitantes de asilo o refugiadas a las que a día de hoy presta apoyo entre Córdoba y Puente Genil, dentro del Programa de Atención a los solicitantes de asilo y refugiados en España –que cuenta con el apoyo económico y técnico de la Secretaría General de Inmigración y Emigración del Ministerio de Empleo y Seguridad Social-.