En el contexto y ambiente de Navidad, celebramos en este domingo la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, integrada por Jesús, María y José. Qué bonita es la familia, tal como Dios la ha pensado, como un reflejo de su comunión de amor trinitario. En la familia, cada uno de los miembros vive para los demás, se alimenta de esas relaciones y crece en el amor verdadero, entregándose por amor. De esta manera, la familia es escuela y camino de santidad. Puesto que la santidad consiste en parecerse a Dios, la familia es un ámbito propicio para ejercer las virtudes propias de la convivencia humana, una escuela de santidad:
«Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta» (Col 3, 12-14).
Los esposos, entregándose el uno al otro, en el olvido de sí mismo, buscando que el otro sea feliz y llegue a Dios. Los padres, ilusionados constantemente en el crecimiento de sus hijos: que crezcan sanos de cuerpo y alma, que respiren el amor verdadero, que se mama en casa, que aprendan a hacer de su vida una entrega generosa y sepan elegir bien. Los abuelos, aportando sabiduría y paciencia como lubrificante de las relaciones familiares; los nietos, amando y ofreciendo ternura a los mayores, y más cuando van siendo más débiles. Todo eso va configurando una trama de santidad en las relaciones de unos con otros, donde el sacrificio no echa para atrás, sino estimula a la generosidad de la entrega.
Nuestra diócesis de Córdoba ha conocido en los últimos años una expansión de la pastoral familiar a todos los niveles. Han contribuido a ello los dos Sínodos sobre la familia, la Exhortación Amoris laetitia del Papa Francisco y una mayor conciencia de que las relaciones familiares necesitan apoyo, porque la familia no es el problema, sino la solución a todos los problemas. Los Centros de Orientación Familiar (COF) diocesanos –en la Ciudad, en la Campiña y en la Sierra- han conocido una mayor actividad, junto a los curso de orientación matrimonial a propósito de la nueva normativa canónica y la agilización de las causas de nulidad. Apoyemos entre todos la familia.
Programas como el “Proyecto Ángel” y el “Proyecto Raquel” para las personas que sufren a causa del aborto antes y después, Cursos de conocimiento de la propia fertilidad, Naprotecnologia (la ciencia tecnológica al servicio de la procreación natural), y a nivel espiritual “Proyecto Amor conyugal”, cursos para matrimonios, antiguos y nuevos movimientos familiaristas, etc. El Espíritu Santo suscita en su Iglesia nuevos carismas y formas para vivir el matrimonio como un camino de santidad. Las amenazas y los riesgos son muchos, la gracia de Dios es mayor y convierte todo eso en nuevas oportunidades de crecimiento.
Educación para el amor, desde la niñez hasta el matrimonio o la vida consagrada. Apertura a la vida, que garantiza el relevo generacional. Atención a los mayores, tanto más necesaria cuando mayor sea su desvalimiento. Apoyo constante a los jóvenes para que afronten el futuro con esperanza. La familia es el lugar idóneo para acompañar y sostener a cada uno en el camino de la vida, la familia es verdadera escuela y camino de santidad.
Teniendo a la Sagrada Familia de Nazaret -Jesús, María y José- como referente, pedimos hoy especialmente por nuestras familias, para que reine en ellas el amor de Dios y cad uno de sus miembros llegue a la santidad plena a la que Dios nos llama.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández obispo de Córdoba