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Puente Genil
miércoles, octubre 9, 2024

El Cronista de la Villa cuenta la historia que encierra la cripta bajo la Capilla Dorada de la Purificación

El veintiuno del mes pasado, un operario de albañilería que estaba realizando una intervención en la Capilla Dorada de la parroquia de la Purificación de Puente Genil para corregir las humedades de la pared observó cómo al desplazar el andamio se había movido una losa de mármol de las que componen la estancia. Al levantar la losa encontraron que la zona inferior estaba hueca, quedando a la vista el comienzo de una escalinata por lo que se apresuraron a retirar varias losas contiguas procurando un oquedad suficiente para penetrar una persona, ayudados por un teléfono móvil comprobaron, desde la superficie, que en el interior se hallaban los nichos que se habían sellado décadas atrás . La Cripta que se encuentra en buen estado contiene 11 nichos,de mármol, y data de entre 1662 y 1665. El Cronista Oficial de Puente Genil, Antonio Illanes informa que la cripta ubicada bajo la Capilla Dorada en la Parroquia matriz de Nuestra Señora de la Purificación “ fue costeada por un señor muy rico de Puente Genil, cuyo nombre era don Antonio de Gálvez Alcalá, que poseía un alto cargo en el cabildo de la Catedral de Granada, según informa el Cronista de la Villa, Antonio Illanes Velasco.

A. Illanes, Cronista de la Villa.

 La capilla se puso, “primeramente, bajo la avocación de la Virgen de la Angustia, pues ya se sabe la devoción que en Granada se le tiene a esta Virgen. Él dispuso en su testamento que en esta capilla tenía que enterrarse tanto él como su familia. Sobre 1840, se instaló aquí el sagrario, pues era un sitio más acorde para su sentir”.

A finales del s. XIX-primeros del s. XX, “los Condes de Casa Padilla, que tenían su panteón en el cementerio de Jesús, pero era mucho más modesto, acordaron con el cura de turno quedarse con la cripta para enterramiento suyo”. Entonces –relata Illanes Velasco- “ esta se decoró con casetones renacentistas pintados y un cristo de mármol rojo.” Los restos de los Gálvez “los unieron en uno o dos nichos sin nombre; no sé con exactitud cuántos nichos son, pues no tienen dedicatoria ni nombre”. Así, “el resto de nichos pertenecen a los primeros Condes de Casa Padilla y a una hija de estos, llamada Teresa Fernández de Padilla y Parejo, así como a María Jesús Villanueva Figueroa”.

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Más tarde, “como el tercer conde vivía en Córdoba tras casarse con una cordobesa, se abandonó esta cripta, hasta que, en 1907,la esposa de un nieto de los primeros condes se enterró allí”. Según Illanes “la historia del enterramiento es muy rocambolesca: como eran muchos los descendientes de los Condes y había poco sitio, se hizo el paripé de enterrarla en un cementerio con un ataúd lleno de piedras y, por la noche, en la casa de campo que estaba a la entrada de la sacristía, algunos criados pasaron el féretro con la difunta, llamada María Jesús Villanueva y Figueroa, y lo enterraron en la cripta también”.

Finalmente, “el último enterramiento fue el nieto de los Condes, Manuel María Melgar y Fernández de Padilla, que tuvo lugar en 1927, no se enterró aquí porque a los terceros condes no les interesase ya la cripta, sino porque había poseía algunos legados que, si se enterraba allí, los recibía la Iglesia, entre ellos, un magnifico juego de casulla bordada en oro”.  Esta pieza “se estrenaba en su entierro y, tras él, se quedaba en la iglesia, por ello, como a los curas les interesaba esta regalía, aceptaron que se enterrase allí. Finalmenete, sobre 1970, don Antonio ya decidió cerrar la capilla”.

La cripta se cerró porque “ según me contó el juez don Lorenzo Carmona, como después el tercer conde vivió en Córdoba y murió joven, la heredera condesa era tan solo una niña y se quedó en Córdoba con su madre, donde había vivido siempre, y ya, aunque han tenido contacto con Puente Genil, no tenían interés; además, ya no se podía enterrar con tanta facilidad en las iglesias”. Y citó como ejemplo, “en San José sí tenemos el caso de Bernabé Luque y su madre, enterrados en la parte del crucero, porque el Obispado dio permiso por el mucho dinero que dio ese señor para la obra de San José, que casi en gran parte la costeó él. A principios de siglo, en la Parroquia del Carmentambién están enterrados don Antonio Baena, su mujer y uno de sus hijos”.

Desde 1970 no se ha hecho ninguna cata, “no se sabía bien dónde estaba la entrada, hasta que, al caer un martillo y sonar a hueco, se ha sabido que ahí podía haber algo”.

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