1ª lectura: Hechos de los apóstoles 6,1-7.
Salmo: 32 Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
2ª lectura: 1ª San Pedro 2,4-9.
Evangelio: Juan14,1-12.
Los seres humanos tenemos la difícil tarea de respetar la naturaleza y a nosotros mismos, manteniéndonos en sociedad y en comunidad, y eso no es posible si estamos continuamente en guerra y en confrontación desde nuestros intereses egoístas. Las sociedades y las comunidades sólo se pueden construir desde la ayuda, la entrega y el amor mutuos, viviendo como hermanos. La concordia y unidad para vivir en sociedad son a la vez un don de Dios y una conquista de las personas.
Sabemos que los caminos son para llegar a algún lugar, para conseguir metas ¿Cuáles son nuestras metas? Está claro que la vida es una de ellas y nos gusta disfrutarla y percibirla en todos sus aspectos y valores positivos, aunque también es indudable que se nos van a presentar en el transcurso de la misma, dificultades y adversidades. La verdad es otra de nuestras metas a conseguir frente a la mentira y a las manipulaciones de la realidad. No es una idea, se basa en los hechos, en acontecimientos de la historia humana y de nuestra propia historia que se viven, se realizan, se experimentan. Buscamos como meta la verdad porque la mentira es la negación de la realidad de lo que es; a nadie le gusta la mentira, como tampoco morir; nos gustaría poder vivir aquí eternamente y siempre felices.
San Juan nos dice en este evangelio que Jesús Nazareno les revela en la última cena la necesidad que tenemos de Dios, pero de un Dios de bondad y de misericordia infinitas; un Dios Padre de todos los seres humanos, al que no podemos experimentar si no es por medio del propio Jesucristo. En ese momento importante de la cena Jesús se está despidiendo de los suyos, sus amigos, y les está señalando la novedad de su testamento, todo él en beneficio de la humanidad entera, a través de los que “son de la verdad” y dan testimonio de ella.
Hacer lo que él por amor; ese es el camino; escuchar sus palabras y confiar en ellas es la única manera de ser de la verdad; todo ello es la única realidad que nos lleva hasta ese Dios Padre que él nos revela como auténtico para que, ante la realidad de esta vida, no nos sintamos desamparados y no perdamos la fe y confianza en él, ni la esperanza para la humanidad entera, desde la entrega personal mediante el ejercicio de la caridad.
No podemos abandonar la tarea de evangelizar y dar testimonio de Jesucristo y su proyecto de salvación, ni tampoco podemos descuidar lo que es necesario y urgente para la supervivencia de los demás, como Dios manda, compartiendo mutuamente la vida y los bienes que nos brinda la naturaleza.