El pasado mes de marzo entró en vigor la nueva Ley de Tráfico y Seguridad Vial: un cambio fundamental en la norma cuyos efectos han empezado a sentirse ahora, al comienzo de 2023. El ecosistema en nuestras carreteras está cambiando, y los responsables polÃticos de la movilidad en nuestro paÃs deben hacerse cambio de los nuevos horizontes a los que se enfrenta la sociedad en lo que a transporte se refiere. Por un lado, esta la descarbonización deseable para frenar el cambio climático, que ha motivado la puesta en marcha las Zonas de Bajas Emisiones en las ciudades; por otra, la regulación de los patinetes y vehÃculos eléctricos que comienzan a poblar nuestras ciudades.
La DGT tiene en cuenta todos estos objetivos para tomar decisiones pero, especialmente, la meta de eliminar los accidentes que se producen en nuestras carreteras: 2022 fue un año trágico para la seguridad vial, con hasta cinco puntos más de mortalidad respecto al año anterior. En este contexto, el objetivo de tráfico es recortar por lo menos hasta la mitad la trágica cifra de heridos y fallecidos en carreteras.
Para conseguirlo, las nuevas regulaciones de movilidad inciden tanto en el uso del cinturón como del teléfono móvil, asà como la instalación de nuevos radares y el endurecimiento de las penas por sobrepasar los lÃmites de velocidad.
Desde ahora, estacionar en un carril bici se considerará infracción grave (con el incremento de las sanciones que ello conlleva), además, dentro de las ciudades la velocidad máxima será de 30 kilómetros por hora cuando la vÃa tenga solo un carril por sentido.