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sábado, septiembre 14, 2024

Descubrir un Dios que nos alimenta y da vida con su pan bajado del cielo

1ª lectura: Éxodo 16,2-4.12-15.Salmo: 77 El Señor les dio pan del cielo.

2ª lectura: Efesios 4,17.20-24.Evangelio: Juan 6,24-35.

Nuestro caminar por la vida no siempre se nos hace fácil ni cómodo; a lo largo del mismo se nos presentan: añoranzas, carencias, problemas, peligros… de manera que podríamos compararlo con cruzar un desierto en el que la conquista del bienestar, de los derechos y de las libertades siempre está en entredicho y en peligro. Nuestro camino hacia la verdad, la justicia, la paz, la libertad… y la entrada en esa «tierra prometida» que anhelamos, en la que se restablezca la convivencia y la vida, nos resulta largo, dificultoso, y depende de nuestra perseverancia y esfuerzo, de nuestra responsabilidad personal y de cómo aceptamos y respetamos la naturaleza, llevando a cabo los planes de Dios; su proyecto de vida para todos desde nuestra respuesta de entrega amorosa. Nuestro mayor problema es tener una visión demasiado estrecha, individualista, egoísta y materialista de la vida y no saber caminar trascendiendo en ella.

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Es muy importante entender la fe como ese encuentro personal con el Dios providente defensor de la vida para que en nuestro discurrir por este mundo sepamos humanizarnos y abrir caminos de vida y esperanza a todas las personas sin excepción. Es imprescindible dejar que ese espíritu del bien, que todos poseemos en mayor o menor medida, sea verdaderamente escuchado por todos y cada uno de nosotros para que renueve nuestra mentalidad y condición humana desde los valores del Cristianismo; no para alejarnos del mundo y de nuestra historia, sino para tener una visión nueva y una esperanza en la humanización del mundo, según el proyecto de Dios que trae Jesús Nazareno, sus palabras y sus obras.

No es cuestión de buscar cada cual desde nuestros egoísmos: bienes, poder, riquezas… Lo que necesitamos para vivir aquí, ya nos lo provee Dios; nuestro mayor pecado es acumularlo para, quitándole la posibilidad de obtenerlo a otros, evitar así que también ellos puedan vivir como Dios manda.

El pan que hemos de codiciar también hemos de saber compartirlo y es ese pan que ha bajado del cielo el que nos introduce en la existencia total y definitiva del Dios de la vida desde la verdad, la justicia y la paz que nos da el Espíritu de Jesucristo y que, por lo tanto, nos vincula plena y totalmente a su proyecto de Reino de Dios que quiere darnos vida aquí, y resurrección y vida eterna en él. Jesucristo; Sabiduría y Palabra de Dios Padre, es la respuesta a todos los anhelos más profundos del ser humano en nuestro proyecto de existencia y de vida.

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