Jesús Nazareno nos pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo?
1ª lectura: Isaías 50, 5-9a.
Salmo: 114 Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.
2ª lectura: Santiago 2,14-18
Evangelio: Marcos 8,27-35.
Comentario: Mirando y observando lo que viene ocurriendo con nosotros los seres humanos en este mundo, podemos concluir que la vida no es fácil ni se la hacemos llevadera a los demás seres vivos que nos rodean ni a nuestros semejantes; a causa de nuestros egoísmos, de nuestra falta de empatía, de no saber valorar adecuadamente lo que es la existencia… y sobre todo por nuestra carencia de verdadero amor.
Hemos de aprender a vivir la realidad y saber ver y escuchar lo que a cada uno nos dice sobre ella el Dios de la vida que hace posible nuestra existencia, para actuar con fidelidad a Él como verdaderos discípulos y siervos suyos, en favor la vida en general y sobre todo la de los demás seres humanos. Es, para ese aprendizaje de ver y de oír, de juzgar y de saber actuar adecuadamente como verdaderos hijos de Dios en favor de nuestra existencia, y no sólo como siervos, para lo que ha venido Jesucristo a nuestra historia y a nuestras vidas desde la fe.
Es cierto que la fe cristiana si no nos lleva a las obras no nos lleva a los cristianos a ninguna parte. Creer en Jesucristo es por ello tener plena confianza en el poder y en la gratuidad del Dios Padre de bondad y amor infinitos que nos trae y manifiesta Jesús Nazareno y buscar en sus palabras y sobre todo en sus obras la fuerza necesaria para luchar, como él, contra todo mal y contra cualquier tipo de opresión y mentira creadas desde nuestros favoritismos y egoísmos, desde nuestro afán de poder y riqueza y por nuestra desconsideración hacia las libertades, los derechos y la vida de los demás.
El cristianismo no es una ideología sino una manera nueva de vivir y de actuar durante nuestra existencia para cambiar nuestros corazones y los de los seres humanos que nos rodean; con sentido práctico y constructivo, desde el diálogo y la cooperación, desde la entrega y la unidad para el bien común de todos.
Jesucristo nos pregunta a cada persona: «Y vosotros, ¿Quien decís que soy? Está claro que su mesianismo, sus palabras y sus obras no son políticas ni tienen que ver con nuestras leyes humanas; el sentido de la justicia y del poder de los seres humanos no es el mismo que el de Dios, por eso Jesús Nazareno, como hombre cuenta con su muerte y su sacrificio por los seres humanos, pero también cuenta con su resurrección para la vida eterna, como Hijo de Dios.
Nuestra única salida gloriosa de esta vida es intentar hacer siempre la voluntad de Dios: todo el bien que podamos a los demás, siguiendo los mandatos de perdón y de amor de Jesucristo, para transformar el mundo en el Reino que Dios; Señor de la existencia y de la vida, quiere como Padre de todos.